«Ajax», el perro el miembro de la Unidad Canina de la Guardia Civil queen 2009 evitó una masacre de ETA en Palma de Mallorca, que fue recibido por el Rey Juan Carlos I y que se convirtió en el primer perro español en recibir la Medalla de Oro de la principal organización benéfica veterinaria del Reino Unido, tendrá una estatua en Antequera, la localidad malagueña donde murió el verano de 2013 a los 12 años de edad y tras una impecable hoja de servicio.
Esta iniciativa se reavivó después de que la asociación Retired Dogs 112, apoyados por Juan Carlos Alabarces, el guía que durante años estuvo con Ajax, iniciasen una campaña en Internet que en la actualidad recoge más de 71.500 firmas de apoyo.
El Consistorio antequerano recogió el guante y, meses después, este reconocimiento público está más cerca de convertirse en una realidad.
El alcalde del municipio, Manuel Barón, que recientemente se interesó por los trabajos escultóricos que se están realizando en los Talleres Municipales de Cantería y Picapedreros, explicó que la efigie en homenaje al can se instalará en el entorno del Paseo Real y La Negrita a lo largo del próximo verano.
El presidente y fundador de Retired Dogs 112, el malagueño Rafael Domínguez, manifestó a este periódico que la estatua «debe ser un reconocimiento de lo que estos animales hacen por nosotros».
«Ajax» fue recibido el pasado 18 de junio de 2013 en audiencia por el entonces Rey Juan Carlos tras ser el primer perro español en recibir la Medalla de Oro de la principal organización benéfica veterinaria del Reino Unido, la People’s Dispensary for Sick Animals. Ésta es la máxima distinción que se entrega a un animal y equivale a la Cruz de San Jorge para ciudadanos que destacan por sus actos de valentía. Sólo cuentan con este galardón veintidós perros, de los que únicamente dos son de fuera del Reino Unido.
La principal actuación por la que este can recibió tales reconocimientos se produjo en verano de 2009 en el cuartel de la Guardia Civil de Palmanova, en Palma de Mallorca. «Ajax» localizó una bomba que se encontraba adosada a los bajos de un vehículo cercano al cuartel de la Guardia Civil. El área fue evacuada y la explosión controlada, dispersándose los restos de metralla en un área de cien metros sin causar ninguna baja humana más. El dispositivo contaba con un sensor de movimiento.
La actuación impecable de «Ajax» salvó aquel día varias vidas, incluida la de su guía. Un Juan Carlos Alabarces que, el día que este periódico anunció la muerte de su compañero, confesó que fue como «perder a alguien de mi familia».
Ahora, este sargento de la Guardia Civil no oculta su orgullo porque el valor y entrega de «Ajax» sigue siendo objeto de reconocimientos incluso después de fallecer.