El pozo Cavia de Ortuella (País vasco), reveló esta semana un trágico secreto. Un vecino contactó con el Ayuntamiento para notificar la presencia de los cadáveres de tres perros de caza que algún «indecente», en palabras del edil de Medio Ambiente, José Ángel Seijo, tiró encadenados a la zona inundada. La cincha adherida a los canes le hace suponer que se usó para atarles al peso que propició su ahogamiento. Afloraron a la superficie en estado de descomposición.
Se dio la voz de alarma a Base Gorria, que por falta de efectivos no sacó a los animales hasta el día siguiente. Rescatados los cadáveres se les trató de identificar pero fue imposible porque les había sido arrancado el chip.
Las pesquisas municipales llevan a las autoridades locales a pensar que el responsable de semejante acto no reside en el municipio. De cara a combatir incidentes similares, el Consistorio de la Zona Minera confía en aprobar en un mes una normativa que permita disponer de un registro «pionero» con el ADN de los animales locales.